Intérpretes de Mambo y Mozambique.
Grupos – Orquestas de Mambo y Mozambique.
El mambo se impuso por la modernidad y originalidad como orquestador y compositor de Pérez Prado.
El mambo es un género instrumental, cantable y bailable, surgido a fines de la década de 1940 y junto al danzón y el chachachá uno de los más controvertidos de la música popular cubana. En agosto de 1946, Pérez Prado confesaba estar preparando un estilo musical nuevo: el son-mambo.
Para el director de orquesta y compositor Obdulio Morales mambo es una voz espontánea, una expresión, un grito de un bailador durante un mambo cualquiera y repetido por los demás bailadores hasta llegar a patentizarse. Para él, el mambo es una guajira-son en su parte melódica protegida por un acompañamiento rítmico poderoso. Lo que era antes el montuno o estribillo, pero con otro vigor.
Para Antonio Arcaño el mambo es un tipo de montuno sincopado que posee la sabrosura rítmica del cubano, su informalidad y su elocuencia. El pianista ataca en el mambo, la flauta lo oye y se inspira, el violín ejecuta en doble cuerda acordes rítmicos, el bajo adapta el tumbao, el timbalero repica con el cencerro, el güiro rasguea y hace el sonar de las maracas, la indispensable tumba corrobora el tumbao del bajo y fortalece el timbal.
El musicólogo Odilio Urfé refiere que en la ceremonia vudú que practica el pueblo haitiano se le llama mambo a la sacerdotisa que oficia el acto religioso. Para Urfé también mambo es una expresión común entre los practicantes de la rumba columbia que significa eficiencia, exigencia, asentimiento en la acción de ejecutar una columbia. Palo mambo es un toque de raíz africana y es también el título del danzón del compositor Orestes López. Agrega que este fenómeno musical siempre existió, solo que con distintos nombres (guajeo, montuno, estribillo o mambo), que se produce desde los orígenes de la música cubana misma.
Arsenio Rodríguez coincide en la filiación africana de la palabra mambo aunque precisa que es de origen congo. Para él la palabra mambo es africana, del dialecto congo, y en las controversias que formaban los cantantes siguen el ritmo se inspiró. En el conjunto de Arsenio Rodríguez las trompetas ejecutaban un número de compases en el montuno que le decían masacote y se daba un grito: diablo. De ahí quizás surgió el grito famoso de Pérez Prado al escribir sus primeros mambos.
En palabras del mismo Pérez Prado: mambo es una palabra cubana que se usaba cuando la gente quería decir cómo estaba la situación, si el mambo estaba duro era que la cosa iba mal…
Pérez Prado llega a México en 1949 donde graba Mambo número 5 y ¡Mambo, qué rico el mambo! que le abrirán las puertas del éxito. De ahí en adelante formaría su propia orquesta que sería solicitada por los mejores clubes nocturnos mexicanos. En este país grabó mambos con Benny Moré y vendió miles de discos con mambos. El nuevo ritmo comenzaría a ser solicitado en otros países de América Latina y Estados Unidos. El mambo se impuso por la modernidad y originalidad como orquestador y compositor de Pérez Prado que además contó con una orquesta integrada por músicos de indudable calidad.
A la sazón la tradición latina se imponía en el Nueva York de la década del 40 ayudando a que las bandas afrocubanas ganaran en popularidad y con ello el mambo se difundiera con cierta celeridad. Mario Bauzá consolidaría la fusión de la música cubana con el jazz, René Hernández llevaría a la orquesta de Machito y su Afro-Cubans los elementos del mambo, cuyo director musical era Bauzá, mientras Chano Pozo fundía su tumbadora con la banda de Dizzy Gillespie.
En 1952, Pérez Prado llega a Nueva York con el camino expedito para imponer el mambo en esa ciudad, fiebre de la que no pudieron escapar los músicos norteamericanos.
En conclusión: el mambo estaba en el ambiente, Pérez Prado toma el guajeo o montuno sincopado que convierte en mambo y donde también está presente la guajira, la rumba, el danzón y el jazz. Arsenio Rodríguez fue uno de los músicos que más influyó en su surgimiento convirtiéndose en uno de sus antecesores. No obstante, Arsenio Rodríguez en el tres e Israel López (Cachao) con su contrabajo aportaron la patente de aquel tumbao que en ritmo cruzado de cencerro prolonga su toque a dos compases que se escuchaba mambo.
Más contemporáneamente una nueva generación de compositores cubanos siguen incursionando en el mambo, entre las figuras que continuaron su desarrollo se encuentra José Luis Cortés con NG la Banda, más cerca en el tiempo otras figuras jóvenes como Daymé Arócena o Roberto Fonseca incorporan además elementos tímbricos contemporáneos.