Ramón Figueroa Morales nació en una familia de músicos pardos en Santiago de Cuba, fue considerado como reformador de la danza criolla, en la que introduce cambios. Se inicia en la música junto a su padre Manuel Figueroa Yero, también violinista, al igual que recibió clases de su hermano, el violinista Antonio Figueroa Jiménez.
En 1875 gana la plaza de violín concertino de la orquesta de la Catedral de Santiago de Cuba. A mediados de la década del 90 se traslada a Santo Domingo, República Dominicana, donde se integra al Partido Revolucionario Cubano, allí conoce al prócer cubano Antonio Maceo que le solicita se incorpore al Ejército Libertador. Realizaría una gira que incluiría a Jamaica y Puerto Rico con el objetivo de recaudar fondos para la causa independentista.
En 1899 trabaja como profesor de violín en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal de la que fue fundador, junto a José Joaquín Tejada y Emilio Bacardí. Si bien no fue de los violinistas cubanos que estudió en conservatorios europeos, su labor como pedagogo y compositor sirvió de catalizador del pensamiento y el desarrollo violinístico y musical de su época, y dejó un legado que ha llegado hasta las generaciones actuales.
La obra de Ramón Figueroa Morales, y en particular sus danzas para violín y piano, constituye una destacada contribución a la música cubana, tratada con un cabal dominio de las posibilidades técnicas y expresivas del instrumento, siendo una de las más importantes después de la de José White.
Fueron discípulos suyos Luis Varona, Catalino Arjona, Armando Hechevarría, José Dumois, Ángeles Planes, José Gómez Mustelier, Adriano Labrador, Ángel Castilla, Víctor Arjona, Electo Rosell (Chepín) y Abigaíl Torres.
Ramón Figueroa Morales junto a Antonio Figueroa Jiménez, Manuel Muñoz Cedeño, José Domingo Bousquet, Carlos Anckermann, Juan Torroella, Casimiro Zertucha, Joaquín Molina, Marta de la Torre, Catalino Arjona y Diego Bonilla integran la lista de violinistas clásicos cubanos que se destacaron entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX.
Obras
- Himno: Música para ritual masónico / 1916 (reconocido como Himno Nacional Masónico de Cuba), Acacia, A Antonio Maceo, A cumplir el deber, A Heredia / 1903, A los mártires del Virginia, A Martí, A Perucho Figueredo, Himno a Baire, Himno a Oriente, entre otros.
- Piano: Antoñica, vals dedicado a su madre Antonia Morales, Danzón / 1911, Noche feliz, vals, Rosita, vals.
- Violín y piano: Eloisa, La juguetona, Leocadia, Meditando, Recuerdo, Carmita / 1906, Amadita / 1907, Improvisación / 1907, La dolorita, Petit nocturno / 1910, Capricho cubano, Melodía, para cuatro violines y piano.
Familiares músicos
- Antonio Figueroa Jiménez, violinista, compositor.