Fito del Río

Fito del Río es una de las nuevas voces de una Cuba que se reinventa entre la trova, el rock y la rebeldía. Un artista que surge de los márgenes, no por falta de talento, sino por elección.

Cantautor de la generación emergente cubana, se define como independiente, como uno de los más recientes trovadores en el sentido más esencial de la palabra. Su música, sin embargo, rebasa esa categoría. Fito del Río no solo canta, también narra, evoca, y sobre todo, propone una nueva forma de entender la canción de autor en Cuba.

Su relación con la música comenzó de la mano de su madre, en el coro de la iglesia católica de Guanabo. Allí, entre voces sacras recibió su primera guitarra y nació su vínculo con el arte. Más tarde, en la Escuela Vocacional Vladímir Ilich Lenin (institución educativa preuniversitaria de Cuba), desarrolló de forma autodidacta su vocación para la composición.

Al salir de la Lenin (como la conocen los cubanos) ya contaba con más de 80 canciones de su autoría. Se graduaría de arquitectura pero la conexión con la música será el eje que le mueve y le inspira.

Fito afirma que la canción de autor es el modo perfecto para expresarse líricamente, y esa convicción ha marcado todo su recorrido artístico. Confiesa que Silvio Rodríguez es su referente más importante aunque su música no se encierra en la trova tradicional.

En sus canciones conviven el rock progresivo, el psicodélico, el grunge, el jazz, todos ellos entrelazados con los sonidos afrocubanos y la canción latinoamericana. Es una fusión que desafía géneros, un tejido sonoro que se resiste a los moldes y que encuentra en la libertad creativa su mayor estandarte.

En 2020, Fito del Río sintió que era tiempo de evolucionar. Hasta entonces se presentaba solo o a veces acompañado por algún amigo de la Lenin, pero su obra pedía una orquestación distinta, más amplia, más compleja.

Así nació La Granja que además de banda es según su director manifiesto artístico. El nombre se inspira en la novela de George Orwell y en sus propias raíces rurales, -su raíz guajira no se la quita nadie, afirma-, y simboliza su rebeldía y su conexión con un imaginario que no teme decir lo que piensa.

Fito del Río y La Granja ofrecen una propuesta cuidada, con letras que rehúyen el verso fácil. Hay en su música una voluntad de estilo, una búsqueda constante por trascender lo predecible y por construir una obra que no se conforme con etiquetas. No es trova, ni solo canción. Es quizás, una nueva manera de entender la música cubana, libre, híbrida, insumisa.

En constante maduración, Fito del Río entiende que la canción de autor puede reinventarse sin traicionarse. Con su voz y su estética está trazando un camino propio dentro del rock nacional y la escena alternativa cubana. Una voz que será necesario escuchar con atención, porque no solo canta también piensa, cuestiona y sueña.