La música de Roly Berrío desafía cualquier intento de encasillarla. Es un trovador de múltiples rostros, polifacético, histriónico, dueño de una voz que conmueve y de una guitarra que parece otra extensión de su cuerpo. Improvisa, juega, provoca la risa y la reflexión con la misma naturalidad, en escena se convierte en un actor de sus propias canciones. Su arte transita por todos los géneros cubanos, aunque nunca se deja atrapar por una etiqueta.
Nacido en Santa Clara, Rolando Berrío, creció en una ciudad que ha sido epicentro de la trova cubana. Su aprendizaje comenzó con Amaury Gutiérrez, a quien admira y reconoce como maestro. Y mientras otros trovadores de su generación partían hacia La Habana o el extranjero, Berrío decidió permanecer en su tierra, convencido de que allí estaba su raíz y su futuro. En los años 1990 se unió a Levis Aleaga y Raúl Cabrera para formar el Trío Enserie, agrupación que revolucionó la cancionística en Cuba con un sonido singular. La experiencia les valió la Orden por la Cultura Cubana y la admiración del cantautor Silvio Rodríguez, quien celebró su propuesta como un hallazgo.
Cuando Enserie se disolvió, Roly encontró en la soledad creativa un terreno fértil. Emprendió una carrera solista marcada por conciertos en toda Cuba, desde espacios íntimos como A guitarra limpia en el Centro Pablo, hasta escenarios mayores como el teatro Amadeo Roldán. Su música también ha viajado a través del cine. Es autor de dos temas de la película Habana Blues y participó como actor en ella. Su voz suena en la radio y la televisión, y se ha convertido en himno cotidiano en programas de su ciudad natal.

Su faceta de compositor es vasta. En su repertorio conviven canciones de amor existencial, piezas filineras de gran hondura y temas de corte social y humorístico. Obras como Qué son si no, Corazón de fantasma, De mirar o Toca morir lo ubican como uno de los creadores más sensibles y prolíficos de la trova contemporánea. A esa escritura se suma su extraordinaria capacidad de improvisación, que lo distingue de sus colegas y lo convierte en un referente para las nuevas generaciones.
Roly Berrío además es actor de formación y ha sabido integrar esa disciplina a su quehacer trovadoresco. Ha compartido escenarios con la banda francesa Neeskens en un proyecto de Radio France International y ha dejado huella en la filmografía cubana con la canción Los viejitos, protagonista del último corto de la serie Nicanor de Eduardo del Llano. Su más reciente proyecto, Moscas de fuego, fue grabado en su Santa Clara natal y contó con la producción musical de Alain Pérez.
En su ciudad forma parte de La Trovuntivitis, colectivo de trovadores que cada jueves convierte El Mejunje en un hervidero cultural. Allí, junto a Alain Garrido, Diego Gutiérrez, Leonardo García, Yatsel Rodríguez y otros cantautores, ha forjado un movimiento que trasciende generaciones y fronteras. Cada enero, el Festival Longina los reúne con trovadores de toda la isla, consolidando a Santa Clara como capital de la canción de autor en Cuba.
Quienes lo han visto en vivo, ya sea en un pequeño bar de Argentina, o ante la multitud de un teatro habanero saben que Roly trae consigo mucho más que canciones. Su presencia desborda carisma y autenticidad, es capaz de arrancar lágrimas y carcajadas en un mismo concierto. En su música habitan historias personales y colectivas, un país entero, una ética comprometida con el tiempo que le toca vivir.
Rolando Berrío, trovador, actor y mago de la escena, ha hecho de Santa Clara su centro creativo y de la canción su arma vital. Allí permanece, fiel a su territorio y a sus amigos, convencido de que el arte puede ser un camino de resistencia, de ternura y de esperanza. Y aunque insista en que lo único que trae son canciones, cualquiera que lo haya escuchado sabe que entrega mucho más; un pedazo de Cuba hecho música, palabra y vida.
Obras
- Qué son si no.
- Corazón de fantasma.
- De mirar.
- Toca morir.
- Los viejitos.
Discografía
- Moscas de fuego.